Rodrigo Flores Martínez es profesional de la Unidad de Planificación Institucional y Proyecto de la Dirección de Desarrollo Estratégico UdeC. Su vinculación con la inclusión está conectada por el trabajo que desarrolla, desde la instalación de políticas que incluyan la temática hasta acciones concretas tales como la elaboración de documentos y actividades accesibles para toda la comunidad universitaria.

¿Qué le motiva involucrarse en la inclusión?

Me motiva, desde la lucha por la inclusión, poder contribuir a la transformación radical de nuestra sociedad, para así terminar con las relaciones de discriminación, opresión y desigualdad, que, desde distintos planos, excluyen a amplias comunidades del buen vivir. En ese sentido, la inclusión para mí es una lucha política a toda escala, profundamente personal, pero también esencialmente relacional, que escala a la sociedad.

¿Qué significa para usted una universidad inclusiva?

Primero, como mínimo, significa que es una institución que cumple la legislación nacional en torno a la inclusión. Para mí, una universidad inclusiva es consciente de las barreras que limitan el acceso a las distintas personas y actúa en consecuencia de manera proactiva para generar puentes que faciliten la participación efectiva, logrando la equitativa redistribución del poder para las comunidades históricamente postergadas.

¿Por qué cree es importante avanzar en la instalación de una cultura inclusiva en la universidad?

Considero que instalar una cultura de la inclusión es parte de responder a una deuda histórica con las comunidades excluidas del buen vivir y de la toma de decisiones. El cambio cultural es un dinamizador estratégico para lograr la transformación de las atávicas estructuras de poder que rigen a Chile y a nuestra institución en particular, como es el caso de nuestros estatutos.

¿Cómo participa en el proceso de la instalación de una cultura inclusiva universitaria?

Participo colaborando desde mis funciones en la instalación de las políticas que contribuyen a la inclusión, posicionando el tema en cada aspecto pertinente de mi quehacer, desde lo más concreto hasta las discusiones más abstractas. Esto, en acciones tales como la elaboración de documentos institucionales accesibles, la participación de intérpretes de lenguas de señas en actividades universitarias. Además, promoviendo la socialización del protocolo de actuación en casos de violencia de género y los manuales de buenas prácticas. Asimismo, trabajando en la implementación de nuestro plan estratégico institucional, el que contempla la inclusión como un lineamiento transversal.

“Invito a la comunidad a conocer y analizar de manera crítica esa realidad muchas veces invisibilizada. Para quienes no han vivido o conocido estas realidades, tener ese encuentro es imprescindible para dinamizar la empatía necesaria y derribar prejuicios, con el fin de salir de la neutralidad cómplice y tomar posición y acción por la inclusión, lo cual debiese estar siempre guiado por sentimientos de amor”.